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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 18 de octubre de 2013cermi.es semanal Nº 96

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Entrevista

Mario Grande, traductor

“La radicalidad tiene que ver con la hondura de la convicción”

Por Esther Peñas

16/10/2013

Una esfera armilar (léase astrolabio esférico, si se prefiere) preside la portada de ‘Caminos sin Santiago’, simbolizando la conjunción de saberes, emociones y vivencias que depara una de las rutas espirituales más importantes que se conocen. Pero el lector no espere tras esta cubierta un texto al uso. De ahí la aclaración: ‘Duermevelas, apuntes y rodeos por el Camino Francés’. Su autor, Mario Grande (que llega con la testa herida por un tropiezo doméstico), comparte su particular manera de caminar, disfrutando del Románico, pero también detectando lo injusto para, siquiera, denunciarlo de viva voz –o fresca pluma, entiéndase. Un libro para peregrinos heterodoxos, iconoclastas y disidentes. Sin duda. Marchemos, pues.

Mario Grande, traductor¿Qué le anima a uno a escribir un libro a favor de un centro cívico?
 
He vivido en Vallecas varios años, un barrio que me acogió y me enseñó muchas cosas, a convivir, a compartir, a combatir, y me sentía en deuda con él. Y este centro en concreto, ‘La Villana’, porque formo parte de él. Como nos hemos cambiado de local, y hay que financiarlo, mi contribución, en vez de dinero, que no tengo, es un libro.
 
Si lo social se pone al servicio de lo literario, ¿el sentido estético mengua?
 
Una cosa es que regales un libro, cedas los derechos, y otra es escribir. La literatura es o debe ser cualquier cosa menos propaganda y, en ese sentido, pienso que los escritores más grandes nunca han incurrido en ella; más bien al contrario, por lo general han sido bastante reaccionarios, con el corazón a la derecha, pero la pluma a la izquierda. La escritura al servicio de un régimen, y en el siglo XX hay numerosos ejemplos, se ha anquilosado.
 
Decía Gándara que la sociedad crea individuos pero nunca sociedades, que por eso en las ciudades somos incapaces de organizarnos de manera colectiva. Quizás Vallecas sea una de las excepciones...
 
Estoy completamente de acuerdo, la ciudad nos divide, nos atomiza y hace imposible una vida normal: por eso estamos neuróticos. Así que el empeño principal, mientras no podamos cambiar de forma de vida, está en hacer comunidad. Eso es lo que me aporta Vallecas; estar en una agrupación no sólo consiste en movilizarse y protestar, sino en crear comunidad, una red de apoyo mutuo, de solidaridad.
 
En estos instantes un joven está en huelga de hambre para protestar contra la indolencia de la sociedad. Esta indolencia, suponiendo que exista, ¿se debe al carácter latino, al sistema capitalista, al grado de bienestar alcanzado..?
 
Sí, sí existe, y el motivo no es uno, sino que, como en los volcanes, en los que hay un cono por donde sale la lava pero internamente está lleno de conductos que la mueven, son muchas las razones que lo explicarían. De todos modos, desde 2011, con la aparición del 15-M, el panorama político y social está experimentando una profunda transformación. Quizás, como en el caso de Mayo del 68, no se consigan cosas tangibles, pero sí está sembrando algo cuyos frutos veremos. Por ejemplo, la Primavera de Praga no se entendería sin el Mayo francés. Aunque hay sectores que no se enteran, o no quieren enterarse, hay aire nuevo y da esperanza.
 
¿Por qué tienen tan mala prensa este tipo de movimientos?
 
Según quién hable: hay rojos desencantados que desprecian el Mayo del 68 y azules que piensan exactamente igual. Los movimientos sociales son lentos, y sus resultados no son inmediatos. Y aunque algunos tratan de acallar opiniones, o de negar ciertas evidencias, vivimos momentos de mutación total, y me gusta saber que cada vez hay más gente que, de manera distinta, se moviliza y crea comunidad.
 
A la izquierda, ¿ni está ni se la espera?
 
No hay izquierda. Se utiliza en el vocabulario político para entendernos, pero de donde únicamente puede venir la regeneración es de fuera, porque llevamos décadas asistiendo al agotamiento del sistema político y económico europeo.
 
¿Asistiremos, pues, a un colapso o a una regeneración exógena?
 
Entramos en el terreno de la profecía... no lo sé. Por un lado, no hay ideas nuevas donde tradicionalmente las había y, por otro, no hay fuerzas para abrir camino a las nuevas propuestas. No soy muy optimista, la verdad, lo que no quita que no haya que seguir luchando.
 
‘Caminos sin Santiago’ remite a que lo importante es el camino, como enseñó Kavafis, y a que es el aquí y el ahora lo que debe cautivarnos, dejando el trasmundo fuera del visor vital. 
 
Efectivamente, es una metáfora de  la vida. El Camino lo he recorrido sin Santiago y como un modo de revisar mi vida, pasando revista, además, a los mitos patriarcales y belicistas que contiene el Camino. 
 
Todos los caminos conducen a... ¿uno mismo?
 
Mario Grande, traductorOjalá uno pudiera recorrer todos los caminos, pero la vida es muy limitada. Me gusta pensar que podemos aprender de todos los caminos que recorremos porque de lo que se trata, como dicen en mi tierra, es de vivir la vida con fundamento. Me interesa mucho del Camino la potencia mítica que tiene y el grado de superstición que existe en torno a él. Es un Camino patriarcal, en el que las mujeres simbólica e históricamente han sido ninguneadas, en el que se entroniza la barbarie, la experiencia bélica. Lo recorremos aceptando como normales conceptos y símbolos bárbaros que, sin embargo, entran también dentro del. Xacobussines. Por eso el libro está dividido en capítulos no temporales sino temáticos. Me interesan mucho las ruinas, como espacios de poder en su tiempo, quizás porque soy zurdo y siempre me he fijado en lo anómalo, en aquello de lo no que no se habla, no aparece. Por eso hablo de por qué hay tan pocas santas en el Camino y de los suplicios tan atroces, por pecados tontos, que tienen que suportar, mientras que ellos, los hombres, salen mejor parados, sin duda, y de por qué su patronazgo tiene que ver con curar a los locos. Todo es masculino en el Camino, doce apóstoles, 24 ancianos, un santo al final...
 
¿Qué conviene llevar en la alforja anímica cuando uno emprende el Camino?
 
Lo que decía Stevenson, curiosidad y capacidad de asombrarse, que viene a ser lo mismo. Los ojos bien abiertos y el corazón limpio. De ese modo se ven mejor las injusticias, lo nocivo para la sensibilidad y la conciencia humana, se señalan y, si se puede, se eliminan. 
 
¿El Camino siempre ofrece a sus caminantes una epifanía?
 
Sí, ese es el punto de la curiosidad, el que busca encuentra. Como la vida, uno crece, se enriquece, y en el Camino se conoce a mucha gente, y muy distinta, gente que va en un estado de recogimiento especial, que está expectante, con o sin religión, y eso aporta muchísimo.
 
¿Qué le ha enseñado el camino?
 
A tener mucha más lengua, mucho más suelta y a ser mucho más tranquilo. En definitiva, a ser más radical, manifestando esa radicalidad con palabras tranquilas para que te entienda más gente. Y también me ha enseñado a darme cuenta de hasta qué punto estamos imbuidos de mitología belicista, hasta qué punto el patriarcalismo está en nuestra raíz. 
 
El convencionalismo nos dice que la radicalidad tiene que ver con la juventud y que, según pasan los años, uno se vuelve más tolerante...
 
Ojalá guarde esta radicalidad, porque uno se embota y pierde vigor intelectual y mordiente con la edad. La radicalidad tiene que ver con la hondura de la convicción. Y a mí me indigna de verdad la injusticia, por eso soy tan radical. Mario Grande, traductor
 
En una encrucijada, ¿cómo escoger? ¿Cómo sabe uno que ha escogido el camino adecuado?
 
No hay que pensárselo demasiado, la encrucijada es una metáfora de las que te encuentras a cada minuto: qué bebes, qué comes, qué película ves... decidir. Te das cuenta de que la mayoría de la gente no puede elegir, tomas un camino y a ver dónde te llevas. Las guías no ayudan mucho, tampoco. Mejor dejarse guiar por el sol. 
 
¿Es mejor perderse?
 
Estoy convencido. He traducido, a eso me dedicado, muchísimas guías de viajes. Nunca las utilizo. Es el camino que te lleva; se hace camino al andar, es que es así. 
 
¿Cuántos ‘personajes rotos’ se ha encontrado en el camino?
 
Pocos. En el Camino, sobre todo, hay almas rotas, personas que han sufrido un desengaño, un problema de trabajo, una enfermedad... otro tipo de ‘personajes rotos’ lo tienen muy difícil porque quienes controlan el negocio del Camino piensan en los que pagan, y los temas de accesibilidad, por ejemplo, suspenden. 
 
¿Cómo andamos de libertad?
 
El libro termina diciendo: “Sospecho que ninguna justicia puede traer la libertad (...) tal vez si desapareciera toda la vieja y reseca sabiduría del odio y de la obediencia... En cuestiones de libertad estamos en pañales, no podemos pensar libremente.
 
¿O no queremos?
 
Es verdad, por un lado no podemos, pero por otro no queremos. Es tal el peso de la cultura, nos parecen tan normales ciertas monstruosidades... por ejemplo, el que las mujeres son inferiores a los hombres. Eso está arraigado, si no, no se entiende por qué hay tan pocas mujeres en los comités de dirección de las grandes empresas, ni por qué cobran menos que los hombres cuando las tareas que desempeñan son idénticas, por ejemplo. Piensa en quién deja de trabajar para cuidar al niño... La vida cotidiana es mucho más difícil para una mujer que para un hombre. Os cuesta mucho más que a un hombre hacer lo mismo. 
 
La batalla del lenguaje ¿es importante o secundaria cuando hablamos de exigir justicia, bien con las mujeres, bien con las personas con discapacidad?
 
Me dedico a eso, así que para mí es decisiva, porque pensamos y nos comunicamos por medio de palabras; el lenguaje es un arma, entre otras cosas. Ahora se está discutiendo si la lengua tiene que ser o no inclusiva, yo creo que sí. Pero además no hay que olvidar que las lenguas indoeuropeas mantienen una estructura patriarcal que también condiciona nuestro pensamiento. Por desgracia, la izquierda ha dejado esta lucha en un plano secundario, considerando otras de mayor importancia. Hay que forjar un lenguaje nuevo, emancipado. Fíjate, por ejemplo, en el terreno de la discapacidad, en el que todavía hay mucha resistencia, resulta ofensivo. ¿Por qué definimos a una persona por una característica? De Stephen Hawking lo insólito no es su discapacidad,  sino su inteligencia, pero decimos que es una persona con discapacidad en vez de que es una persona con inteligencia espectacular. Coetzee, que es un escritor que me gusta mucho, dice que, tal y como estamos, a lo más que podemos aspirar es a vivir sin ofender. 
 
¿Traducir tiene más de recreación o de creación?
 
Traducir es una técnica y un arte, hay que dominar ambos. Como técnica, cada vez contamos con más recursos para hacerlo mejor; como arte hay dos corrientes, quienes creen que hay que penetrar en la esencia del texto y quienes piensan que hay que canibalizarlo. Me ayuda pensar que traducir, en sánscrito, significa decir algo después de algo, por tanto tiene más de creación que de fidelidad, aunque hay que buscar ese equilibrio. Particularmente, me decanto más por la creación. 
 
¿Cuál es el último libro que le ha emocionado?
 
‘El libro de las comunidades’, de Gabriela Llanson, un libro fuera de lo común, por su belleza y por honestidad.
 
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